Las abejitas viajeras

En un rincón soleado de un enorme jardín, dentro de una colmena muy especial hecha con miel y sueños, vivían tres abejitas que no paraban de volar ni de imaginar. Eran tres hermanos: Nico, el mayor, curioso y elegante; Santi, el del medio, risueño y energético; y la pequeña Lu, valiente y dulce como el polen.

Pero estas abejitas no eran como las demás. ¡Ellas eran abejitas viajeras! Su familia entera era famosa en el mundo de los insectos por ser exploradores, y juntos recorrían el planeta con alas alegres y mochilas hechas de pétalos.

Desde pequeños, Nico, Santi y Lu acompañaban a sus papás en todas sus misiones: recolectaban polen en bosques lejanos, subían árboles tan altos como rascacielos, paseaban en barcos de hojas sobre ríos cristalinos, y una vez incluso vivieron una semana en una casa rodante sin baño (¡una experiencia inolvidable para todos!).

—¡Papá, mamá, ustedes son los mejores exploradores del mundo! —decía Nico, mientras anotaba todo en su cuaderno de campo.

—¡Yo quiero ser como ustedes cuando sea grande! —gritaba Santi mientras se lanzaba desde una rama en paracaídas de flor.

—¡Gracias por llevarnos a conocer el mundo! —susurraba Lu, abrazando a papá y mamá.

A pesar de ser hermanos, cada abejita tenía una gran pasión:

Nico estaba enamorado de Francia. Le encantaban las torres altas como la Eiffel, los quesos y el arte que veía desde los ventanales de los museos humanos.Santi adoraba Brasil. Zumbaba con ritmo de samba, coleccionaba hojas de la selva amazónica y soñaba con volar sobre el Cristo Redentor junto a los tucanes.

Lu, la menor, tenía un corazón lleno de México. Amaba el baile, los colores vivos de los mercados, los alebrijes, y sobre todo, el sabor dulce del néctar de las bugambilias.

—¡Somos diferentes, pero zumbamos juntos! —decía siempre su mamá, mientras les enseñaba mapas del mundo.

Un día, la familia entera voló hasta la costa. Allí se pusieron trajes especiales hechos de burbujas de aire y se sumergieron bajo el mar. Vieron corales naranjas como zanahorias, peces payaso que contaban chistes, y medusas que brillaban como faroles.

Lu bailó con una estrella de mar. Santi nadó en lo más profundo. Y Nico… ¡recolectó mil conchitas!

Al volver a la superficie, todos rieron, abrazados en la orilla.

—¿Y cuál fue su parte favorita? —preguntó papá abejo.

—¡Haberlo hecho juntos! —respondieron los tres al mismo tiempo, como un Zumbido de Amor

Las abejitas volvieron a casa cansadas pero felices. Esa noche, en la colmena, mamá abeja les arropó con pétalos y les dijo:

—Volar lejos está bien… pero nada como regresar a casa con quienes amas.

Nico, Santi y Lu cerraron sus ojitos y soñaron con montañas, mares y cielos. Pero sobre todo, soñaron con seguir volando en familia.

Moraleja:

"Las aventuras son más dulces cuando se viven en familia. Ser valiente es intentar cosas nuevas, y trabajar en equipo es el secreto para volar alto. Cuando papá y mamá nos abrazan, descubrimos que su amor es el viento que siempre sostiene nuestras alas."